La base ya la teníamos y las ganas nos acompañaban, así que fue fácil. Fusionamos la «italianidad» de Alessandro, que traía una maleta llena de memorias culinarias de una infancia entre hornos y fogones, con la «españolidad» de un joven chef con mucha ambición y ganas de enseñarle al mundo que podía marcar la diferencia. El broche dulce de oro era el comienzo, el salado se convirtió en la trayectoria, y la ubicación nos dio el último empujón para nuevos olores salados. Y lo más importante, mostrarle a nuestros clientes y amigos un pedacito de nosotros a través de nuestras recetas y nuestros fogones.